Por Jesús Colina
La mayoría de los baptistas viven en Estados Unidos, donde representan el grupo más numeroso después de los católicos. Los baptistas son el ala radical de la Reforma.
Nacieron en Inglaterra a comienzos del siglo XVII, no sólo en oposición a la Iglesia católica sino también a otras confesiones protestantes. Por estas polémicas, los primeros baptistas fueron conducidos al exilio en Holanda por John Smyth (1570-1612). Actualmente son más de cuarenta millones.
Cuando Smyth descubrió a los menonitas holandeses, y decidió que eran una iglesia auténtica, recomendó unirse a ellos para lo que tuvo que enfrentarse a Thomas Helwys (1560-1616). Los seguidores de Helwys regresaron a Inglaterra y llegaron a ser conocidos como baptistas generales (o arminianos), en oposición a otros conocidos como baptistas particulares (o calvinistas).
En 1905, nace en Inglaterra la Alianza Mundial Baptista que, desde los años cuarenta, tiene sede en Estados Unidos. Hace un año, la Alianza celebró su 18 Congreso Mundial en Melbourne (Australia). La cita tuvo un especial valor porque celebraban el cambio de milenio. El tema central del encuentro ha sido «Jesucristo por siempre, sí».
En Estados Unidos, el apoyo que los baptistas dieron a la autonomía fue importante en el desarrollo de la libertad religiosa mediante la separación entre la Iglesia y el Estado en la Constitución y en la Primera Enmienda. La subconfesión más numerosa es la de los baptistas del sur. El ex presidente Clinton es baptista.
Mantienen que entre el creyente y Dios no debe interponerse ninguna estructura y sus niños no reciben el bautismo antes de la adolescencia, siempre por inmersión.
«Con la frase «Jesucristo por siempre, sí»--comenta al diario «Avvenire» Denton Lotz, secretario general de la Alianza-- se concentra el sentido de nuestra fe. Jesucristo representa la esperanza que Dios ha querido dar a los hombres y nosotros queremos responder con un sí eterno a este regalo». Al encuentro de Melbourne asistieron delegados de muchas confesiones, incluidos los católicos, representados por monseñor John Rodano, del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. «Nos ha gustado mucho confirmar la cercanía con los demás creyentes, en Jesús», subraya Lotz.
Sobre el diálogo baptista-católico asegura que «es muy bueno. Tenemos contactos continuos y nos hemos encontrado en varias ocasiones también con el cardenal Edward I. Cassidy, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. El intercambio de ideas es verdaderamente abierto».
El secretario general de los baptistas federados valora especialmente el signo de la apertura de la Puerta Santa: «Estamos contentos con todas estas celebraciones que han subrayado nuestra unidad en Cristo. El mundo laicista ha olvidado el significado del 2000; muchos ni siquiera se dan cuenta que marca el aniversario del nacimiento de Jesús. No pude ir a la ceremonia de la Basílica de San Pablo porque estaba todavía en Australia. Aunque en verdad nosotros los baptistas tenemos problemas con la idea de las indulgencias. Pero agradecemos todas las celebraciones que tratan de restituir al milenio su verdadero significado».
¿Cuáles son los desafíos principales para la fe según esta confesión protestante?
«Tras la guerra fría --indica Lotz-- esperábamos el inicio de un periodo de mayor libertad religiosa pero estamos constatando que nos equivocábamos. Los contrastes más graves han surgido en la Europa Oriental en la que han surgido algunas Iglesias nacionales que pretenden tener el monopolio de la fe. Al mismo tiempo, los conflictos étnicos de Bosnia, Serbia y Chechenia, pero también en Ruanda, han demostrado que el peligro de un nuevo choque entre civilizaciones es real. Son amenazas que todos los hombres de fe deben tratar de conjurar».
¿Estarían lo baptistas dispuestos a dar el primer paso para relanzar el diálogo? «Como usted sabe, representamos la reforma radical. Las congregaciones baptistas tienen una autonomía local completa y no creo que estén dispuestas a renunciar a esta característica. En consecuencia, no estamos muy interesados en una unidad estructural. En el plano espiritual, sin embargo, la unidad de los cristianos es un objetivo muy importante que debe reflejarse en el compromiso común en favor de la justicia, del respeto a los derechos humanos y de los esfuerzos en el campo moral, como la movilización contra el aborto. Cristo representa nuestra unidad espiritual y ningún creyente puede sustraerse a esta verdad».
0 comentarios:
Publicar un comentario