CIUDAD DEL VATICANO.- Contrariamente a las insinuaciones realizadas por una campaña de prensa que ha tenido lugar en días recientes (cf. ZS00072006), Pío IX fue un pontífice muy querido por el mundo judío, hasta el punto de que, en 1847, Mosè Israel Kazzan, quien en aquel entonces era rabino jefe de la Universidad israelita de Roma, dedicó un salmo y una oración al «glorioso e inmortal» Pío IX.
El salmo dice así: «Tú, oh gran Dios de los ejércitos, cuando todo un pueblo pone todo su orgullo en obrar rectamente, le concedes un rey que sea tierno, un príncipe que te represente dignamente». El monarca al que se refería Kazzan era, Giovanni Maria Mastai Ferretti, Pío IX (1792-1878), quien en aquel entonces era también la máxima autoridad de los independientes Estados Pontificios.
Por lo que se refiere a la obra de Pío IX en relación con los judíos, Kazzan escribió: «Demostró su piedad por un pueblo envilecido, un pueblo emigrado, disperso y perseguido». «Ante el mundo», añade, «le quito del vituperio de las gentes, pues tú querías su restauración, ¡oh, Eterno!».
El salmo de Kazzan concluye así: «Dígase en las islas más remotas con cuánta gloria gobierna Pío IX, cómo administra la justicia con exactitud, cómo brilla de esplendor todo el orbe por él».
A Pío IX se debe, entre otras cosas, el final del «ghetto» judío de Roma, un barrio que había sido reservado particularmente a los habitantes judíos de la Ciudad Eterna. Él mismo mandó hombres a defender a los judíos ante la ira las personas que se sintieron irritadas por esta decisión del pontífice y pidió que los hebreos dejaran de ser considerados como «extranjeros».
Juan Pablo II beatificará a Pío IX y a Juan XIII en una ceremonia que tendrá lugar el próximo 3 de septiembre.
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