martes, 2 de diciembre de 2014

¿Cuál es la blasfemia contra el Espíritu Santo?





El caso de la “blasfemia contra el Espíritu Santo” en el Nuevo Testamento, es mencionado en Marcos 3:22-30 y en Mateo 12:22-32. El término “blasfemia” generalmente puede ser definido como una “irreverencia desafiante.” Nosotros aplicaríamos el término a pecados tales como maldecir a Dios, o degradar deliberadamente las cosas concernientes a Dios. También lo es atribuir algún mal a Dios, o negar algún bien que deberíamos atribuirle a Él. Sin embargo, este caso de blasfemia, es uno específico, llamado “la blasfemia contra el Espíritu Santo” en Mateo 12:31. En Mateo 12:31-32, los fariseos, a pesar de haber presenciado irrefutables pruebas de que Jesús realizaba milagros en el poder del Espíritu Santo, clamaban que el Señor estaba poseído por el demonio “Beelzebú” (Mateo 12:24). Ahora, notemos que en Marcos 3:29-30, Jesús es muy específico acerca de lo que ellos cometieron exactamente: “la blasfemia contra el Espíritu Santo.”


La blasfemia tiene que ver con alguien acusando a Jesucristo de estar poseído por demonios, en lugar de estar lleno del Espíritu. Hay otras maneras de blasfemar contra el Espíritu Santo, pero esta fue “LA” blasfemia imperdonable. Como resultado, la blasfemia contra el Espíritu Santo no puede ser duplicada hoy en día. Jesucristo no está en la tierra ahora, sino sentado a la diestra de Dios. Además, nadie puede ver a Jesucristo realizando milagros y luego atribuirle ese poder a Satanás en lugar de al Espíritu Santo. Aunque no existe la blasfemia del Espíritu actualmente, siempre debemos tener presente que hay un estado de vida imperdonable – el estado de incredulidad continua. No hay perdón para la persona que muere inconversa. El continuo rechazo a la persuasión del Espíritu Santo para confiar en Jesucristo es la blasfemia imperdonable. Recuerde que está escrito en Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La única condición por la que alguien no tiene perdón es si ese alguien no está entre “todo aquel que en Él cree.”


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