viernes, 26 de diciembre de 2014

LOS MILAGROS



El milagro es un hecho extraordinario no explicable por las leyes de la Naturaleza que manifiesta la intervención, la huella, de Dios, confirmando una actuación santa, mostrando la misericordia, la providencia o la justicia de Dios, confirmando como venidos de Dios unos hechos o unas palabras, o para cualquier otro fin bueno, ya que todo lo que viene de Dios es bueno. El milagro mayor no es el físico sino el interior, el del corazón, el de las conversiones y las gracias espirituales. Hay santos que nunca hicieron ningún milagro, como por ejemplo Santa Teresita del Niño Jesús, que sin embargo fue una gran santa en su sencillez.


Y pueden ocurrir hechos extraordinarios que superen las leyes de la Naturaleza que no procedan de Dios, sino de intervenciones diabólicas, pero entonces nunca vendrán acompañadas de santidad, ni de misericordia, ni de justicia. La posibilidad de que las fuerzas del mal hagan "señales y prodigios" viene confirmada por la Biblia (San Marcos 13, 22) que hablando de los días en que habrá una tribulación tal como no la hubo desde el principio de la Creación, nos dice "Porque se levantarán falsos mesías y falsos profetas y harán falsas señales y prodigios para inducir a error, si fuera posible, aun a los elegidos". 

El Catecismo condena el recurso a poderes extranaturales de esta clase, aunque en algunos casos se haga con buena intención, el ocultismo y el espiritismo (Catecismo, 2115-2117).

Pongamos un ejemplo de milagro auténtico: Una mujer, Teresa Munné, de un pueblo de Tarragona, sufría mucho por una enfermedad mortal que le produjo un gran agujero en la espalda y que los médicos diagnosticaron como un tipo de cáncer de huesos incurable. Esta mujer aceptaba el sufrimiento y lo ofrecía por la conversión de sus hijos y de su marido que no creían. Dice ella que no pedía su curación, sino la fe para sus familiares. Y fue a Lourdes y se curó completamente, después de sumergirse en la piscina de agua: el agujero de la espalda se le llenó de carne nueva, y a raíz de ello sus hijos creyeron (su marido ya había vuelto a la fe debido a un hecho también prodigioso). En este caso hay una actuación santa, la de esta mujer que acepta el sufrimiento y lo ofrece para que sus familiares crean, no pidiendo ni siquiera su curación y un hecho extraordinario - su curación - que rebasa las leyes de la Naturaleza (ningún médico valorará como normal que en un abrir y cerrar de ojos un agujero del cuerpo se llene de carne nueva) y que sirve a la vez para lograr lo que ella pedía al Señor a través de la Virgen María: sus hijos al ver el milagro creen:

Este es un auténtico milagro porque confirma una actuación santa y es una muestra de la misericordia de Dios tanto para el cuerpo de Teresa como para las almas de sus hijos. (En cambio, si un hecho extraordinario sirve para respaldar una actuación o una doctrina malvadas podemos estar seguros de que no es tal milagro, de que no viene de Dios, sino del demonio, caso de ser verdaderamente un hecho extraordinario).

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