Primer texto: Génesis 3, 15
Padre Antonio Rivero L.C
María es insinuada proféticamente en el Génesis 3,15: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; Él te herirá en la cabeza, pero tú sólo herirás su talón”.
A este texto se le ha llamado el protoevangelio es decir (el primer evangelio) el primer anuncio de la buena noticia.
¿Quién es ese linaje?
¿Qué es lo que se dice?
Ante el pacto roto por Adán bajo el influjo del demonio, Dios no se rinde y promete ya un Salvador, nacido de una mujer. Pero habrá una lucha acérrima entre la mujer -María- y el linaje de la serpiente -los demonios-. Esa lucha la definirá un hijo de la mujer -Cristo- que derrotará para siempre el poder del demonio, enemigo de Dios y del hombre.
Pasarán siglos antes de que se cumpla este plan maravilloso de Dios.
Dios se sirve de una mujer para efectuar su plan de Redención de la humanidad.
María es la Nueva Eva, antítesis de la primera. María, unida estrechamente al nuevo Adán, por su fe y su obediencia, cooperó a la nueva vida y a liberar al mundo del poder del demonio. En una expresiva afirmación del papa Pío IX: Cristo y María tienen “Idénticas enemistades” (Bula Ineffabilis Deus, del 8 del Dic. 1854).
La lucha comenzada en el paraíso atraviesa toda la historia de la humanidad. Desde entonces existe la dramática lucha entre el bien y el mal, entre el amor y el odio, entre la verdad y la mentira.
¿Quién no experimenta esta lucha?
En esta lucha, María será señal de victoria. De ella saldrá el Redentor. Ambos constituyen el fundamento firme para la esperanza de la humanidad.
Todo el Antiguo Testamento es una lenta preparación hacia la realización de la promesa de salvación. “Vendrán días...” es el tono dominante de su anuncio.
En esos siglos de espera, Israel transitó los caminos del Dios de la Alianza, recibió la Palabra, experimento las grandes obras de Dios.
Fue una historia tejida en la fidelidad, también en la ruptura. En la fidelidad de Dios, y en la ruptura muchas veces del hombre.
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